O brincar como experiência favorecedora de uma cultura de paz.

Abstract

La presente tesis tiene como objetivo analizar el juego como una experiencia que puede favorecer la creación de una Cultura de la Paz. Se trata de un estudio que presenta una reflexión acerca del problema de la violencia y un posible encaminamiento para su enfrentamiento, ya que esa cuestión requiere, no sólo visibilidad y debates, sino orientaciones sobre cómo lidiar con ese fenómeno que asola la vida y la convivencia de los sujetos. Este estudio parte de reflexiones acerca de los conceptos de violencia, paz y cultura, en el sentido de comprenderlos y relacionarlos a las contribuciones teóricas de Winnicott, con relación a las contribuciones del jugar para promover la creatividad y espontaneidad de la vida, en el sentido de " enfrentar una cultura de violencia y promover una cultura de la paz. Este estudio es una investigación teórica, teniendo como principal referencial la teoría psicoanalítica winnicottiana acerca del juego, pero también sirve como parámetro para algunas reflexiones sobre la violencia, a partir de la noción de agresividad. Los análisis realizados en este estudio apuntan al hecho de que la violencia es una práctica de nociva, como desdoblamiento de los innumerables conflictos vividos en el cotidiano, pero que no fue contenido por sujetos capaces de manejarlos de modo suficientemente bueno. Además, apunta al hecho de que la violencia es una dificultad o inviabilidad para que el sujeto pueda realizar su vida, así como establecer relaciones creativas y espontáneas. Por otro lado, la paz se caracteriza como un contexto en el que el sujeto es capaz de ser y realizar su vida de forma libre y autónoma, mediante la habilidad de establecer estructuras e instituciones que promuevan igualdad y condiciones para que los individuos ejerzan el poder de ser y estar en el mundo, a partir de sí mismos. A partir de eso, los sujetos se califica para crear una coyuntura pacífica - una cultura de la paz - donde el juego juega un papel fundamental, en el sentido de realizar procesos de transiciones, a través de los cuales, los individuos pueden transitar y transformar situaciones, ideas y prácticas en el sentido de promover un contexto creativo y espontáneo. El juego puede operar como una experiencia facilitadora de paz, en la medida en que crea vínculos al servicio de los sujetos, en el sentido de establecer puentes que permitan a los individuos comunicarse, en medio de paradojas y divergencias. A partir de la habilidad de los sujetos en transitar entre diferentes mundos, experiencias y prácticas, ellos ejercen la autonomía y el poder de ser, a partir de sus propias perspectivas, lo que facilita tanto su maduración, como la creación de un contexto favorable a la cultura de la paz. Por último, el estudio apunta que el jugar-desde el nacimiento, hasta el último momento de la vida del sujeto- puede ser un recurso para hacer que el individuo enfrente conflictos y divergencias de lo cotidiano, al mismo tiempo que sirve para transformar las experiencias violentas vividas anteriormente, y crear nuevas formas de vivir de modo autónomo, creativo y espontáneo.